Una de las películas más icónicas entorno al cuidado de los animales fue tal vez Liberen a Willy, aquella gran historia en la que la hermosa orca Keiko saltó “literalmente” a la pantalla grande, allá en el muy, muy lejano 1993.
Esta película nos cuenta la historia de Jesse un joven de 12 años que es arrestado por la policía cuando estaba en las calles buscando a su madre. Al esconderse en un acuario encuentra a Willy (Keiko) y posteriormente hacen una gran amistad. Mientras el joven limpia los grafitis hechos en el sitio, Willy suele buscarlo y un día Jesse resbala al tanque, casi ahogándose al llegar al fondo de éste, pero Willy sorpresivamente llega para auxiliarlo y llevarlo hasta la superficie. El joven es contratado en el acuario para ayudar en labores diferentes de limpieza; sin embargo, Rae la entrenadora se percata de que Willy y Jesse tienen un lazo, así que comienzan a trabajar con él para entrenar a la orca.
No obstante, en su primera presentación, Willy se niega a obedecer y esto resulta en un fracaso, de modo que el joven esa noche decide irse y antes de despedirse de la orca mira hacia al mar observando a la familia de Willy nadar libre, comprendiendo lo que el animal anhela más que cualquier cosa. Es así que planea liberarla y, tras una serie de grandes obstáculos, el joven Jesse logra conducir a su amiga al rompe olas y hacerla saltar como nunca antes. Dándonos una de las escenas más icónicas del cine, para después nadar a la libertad.
Keiko quien interpretó a Willy en esta película y sus secuelas Liberen a Willy II y Liberen a Willy III, falleció el 12 de diciembre de 2003 tras enfermarse de neumonía a la edad de 27 años.
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