Por: Lina Alcaraz
Escribo esto mientras miro a la hermosa gatita que recogimos cierto día a un lado de la vereda, a veces me pregunto qué hubiera sido de ella si no la hubiéramos visto o sino hubiéramos decidido adoptarla y hacer que formara parte de esta familia.
La mayoría de las mascotas que son adquiridas en México, entre las que destacan gatos y perros, se encuentran en las calles, esto significa que la mayoría de los mexicanos decide deshacerse de sus animales de compañía, o les dan pocos o nulos cuidados y por ello abandonan el hogar —la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies (AMMVEPE) estima que hay alrededor de 28 millones de animales abandonados en México, cerca de 500 mil gatos y perros son dejados en las calles anualmente, esto equivale al 70% del total de las mascotas existentes—. El número de mascotas desamparadas aumenta durante las festividades, esto debido a que la gente ve a los animales como objetos estéticos óptimos para ser un obsequio y no como seres vivos. Al obsequiar un animal no toman en cuenta los cuidados que necesitarán, tanto para mantener su salud como para no esparcir a sus retoños, tampoco toman en cuenta si tienen un presupuesto para su alimentación, tiempo para su cuidado y un espacio óptimo para que el animal pueda andar.
En fin, todas estas cuestiones traen consigo el abandono de animales, pero ¿qué significa esto para un gato? Los gatos callejeros, también llamados arrabaleros o ferales, suelen vivir con mayor precariedad que los gatos de hogar, puesto que se encuentran expuestos a inclemencias del tiempo, escasez de alimento y mayor número de enfermedades, por lo que su esperanza de vida es menor. Si un gato doméstico llega a parar a las calles, probablemente tenga menos posibilidades de sobrevivir, debido a que se encuentra habituado a los cuidados del hogar. Un gato que no es domesticado durante las primeras ocho semanas de su vida, difícilmente podrá ser domesticado algún día, así que probablemente aprenda a vivir y a cazar, pues su instinto salvaje resurge con mayor fuerza. Los gatos callejeros viven por lo regular en colonias y se mueven en manadas, como su intuición les aconseja, además se mantienen cerca de casas de personas, porque ahí siempre habrá posibilidad de alimento.
En algunas grandes ciudades, estos felinos ayudan a mantener a raya animales nocivos como las ratas o las cucarachas, sin embargo no siempre su vida es la más óptima, ya que, como hemos dicho, pese a que expanden su instinto al máximo, también se enfrentan a múltiples obstáculos. Algunos de los más grandes son la ignorancia, superstición y maldad humanas. Muchos de los gatos que no tienen un hogar seguramente serán maltratados en algún punto, puesto que muchas personas no tienen el respeto por la vida silvestre. Algunos serán cruelmente asesinados, otros morirán de hambre o atropellados por vehículos. Lo cierto es que, el abandono de gatos en las calles sigue siendo nuestra responsabilidad, es una situación alarmante que tiene que ver con nuestra conciencia como seres humanos, la educación que recibimos que impide a muchos respetar la vida, tanto de los animales como de sus congéneres, y la responsabilidad que conlleva el cuidado de una mascota, de la cual la mayoría parece no tener noción.
Ahora bien, es una ardua tarea cambiar la mentalidad de cientos de personas que optan por el abandono. Sería importante poner medidas mucho más duras contra los que no se responsabilizan de sus mascotas, multas y largas penas carcelarias a los que cometen el delito de abandonar y maltratar a un animal. Como individuos debemos concientizarnos del problema y responsabilizarnos de nuestras mascotas, darles el hogar, los cuidados y el cariño que se merecen, pensando en que quizá sufrirían demasiado si los dejáramos a su suerte en las calles, quizá también podamos pensar en todo lo que sufren los animales sin hogar y considerarlos como un igual, respetarlos cuando nos los lleguemos a encontrar, brindarles agua, alimento y curaciones en caso de ser necesario, no siempre será suficiente, pero siempre hay un primer paso.
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