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Greyfriars Bobby, El Hachiko inglés

Los animales nos demuestran su lealtad a lo largo de su vida con sus acciones y cariño, si las personas lográramos comprender el amor como lo hacen ellos, seguro este mundo sería mejor. Todo el mundo conoce la increíble historia de Hachiko, aquel perro que esperó por más de 9 años a su amo en las afueras de una estación de trenes en Japón hasta su último aliento.


Un caso muy similar fue el de Greyfriars Bobby, un perro de raza Skye Terrier que vivía en las tierras de Edimburgo y se hizo muy famoso por esperar a un lado de la tumba de su dueño John Gray. Según la historia original Bobby nació el 4 de mayo de 1855 y perteneció a John Gray que trabajaba para la policía local de Edimburgo como vigilante nocturno, siendo ambos inseparables por dos años. Posteriormente el 8 de febrero, Gray murió de tuberculosis, fue enterrado en el cementerio Greyfriars, junto a la iglesia del mismo nombre, en la vieja torre de Edimburgo. Se dice que Bobby pasó los últimos 14 años después de la muerte de Gray, junto a la tumba de este.



En 1867, debido al creciente número de perros vagabundos, las autoridades aprobaron una norma que obligaba a registrar a todos los perros del lugar, eliminando a aquellos que no lo estuviesen. Sir William Chambers, decidió pagar la licencia de Bobby, y le mandó a hacer un collar con una placa de bronce con la leyenda: “Greyfriars Bobby del Lord Provost- 1867-con licencia”, la cual se exhibe en el Museo de Escocia.



Bobby murió el 14 de enero de 1872 y fue enterrado junto a la puerta de Greyfriars Kirkyard, muy cerca de la tumba de Gray, pero no en el mismo cementerio por considerarse un lugar sagrado y casi inmediatamente después de su muerte, el escultor William Brodie realizó una estatua de tamaño real, encargada por la baronesa Burdett-Coutts, una aristócrata local. Esta misma permanece enfrente del Greyfriars Bobby Bar, situado cerca del acceso sur, siendo visitada por cientos y cientos de turistas durante todo el año. Ha sido tanta su fama en Edimburgo que el 13 de mayo de 1981 el príncipe Ricardo (duque de Gloucester) desveló una lápida de granito rojo en honor al can. Desde el 2000, ha sido utilizada como santuario, pues las personas le dejan varas para que Bobby las busque o juguetes para que pueda entretenerse, así como flores. En aquella lápida está escrito lo siguiente:


“Greyfriars Bobby

Fallecido el 14 de enero de 1872

16 años

Deje que su lealtad y devoción sea

una lección para todos nosotros”


Aunque existe otra versión de la historia, y es que tras años de investigación se cree que Bobby murió entre 1867 y fue remplazado por otro can más joven, esto para atraer más turismo al lugar, luego de que observaran cómo las personas pasaban junto al can y le daban caricias o comida. En otra versión, se dice que pertenecía a un pastor del sitio; sin embargo, esto fue descartado ya que no tenía mucho sentido que hubiera pertenecido a un pastor por el tipo de perro que era. Con el tiempo los habitantes de Edimburgo, no querían dejar de creer en esa bella historia de lealtad y devoción, pues ya estaba muy arraigada en sus corazones y cualquier intento de ensuciar la memoria del amado can, pasó sin mucho caso, así respetando esa tradición.




Jan Bondeson declaró: "Nunca será posible desacreditar la historia de Greyfriars Bobby – él es una leyenda viviente, el perro más fiel del mundo, y más grande que todos nosotros"




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