
El fauno es una de las criaturas mitológicas que más curiosidad e intriga nos causa dentro de los seres fantásticos. Fauno era el dios de los campos y los bosques, a su vez protector de los rebaños, a los que hacía más fértiles y los defendía de los ataques de las alimañas o algún enemigo que podría amenazar su vida. En otras ocasiones, fue considerado un dios profético que revelaba el porvenir por medio de voces que se oían en los bosques o a través de sueños (más tarde conocidos como “Sueños Proféticos) y algunas veces se llegó a considerar como el responsable de las pesadillas nocturnas. Solía representársele con carácter lascivo, persiguiendo constantemente a las ninfas de los bosques (por eso en las pinturas, ellas huyen de él) y también se pensó que en ocasiones lanzaba maldiciones contra algunos campesinos. Según la versión más extendida, Fauno aparece como el tercero de los reyes del Lacio, hijo de del Pico, nieto de Saturno y padre de Latino con la ninfa Marica (que en otras versiones aparece como su madre). Como sus dos predecesores, Fauno había promovido la agricultura y la cría de ganado entre sus súbditos, y también se habría distinguido como cazador.

Su apariencia física era la de un hombre con barba y cabellos oscuros, de ojos penetrantes y en la cabeza dos pequeños cuernos, de brazos fuertes y un torso marcado. La mitad de su cuerpo era la de una cabra con dos extremidades fuertes y pesuñas. En la mayoría de las pinturas o estatuas se le presentaba con una flauta, pues se solía decir que con esta hechizaba a los viajeros.
Se creía que durante su reinado llegaron al Lacio Heracles (llamado Hércules por los latinos) y el arcadio Evandro, al que le habría concedido un extenso territorio en lo que tiempo después sería la ciudad de Roma, dentro de ésta fue considerado uno de los máximos representantes de la fertilidad y agricultura, por ello se erigieron estatuas en su honor.
Fauno fue adorado en dos roles diferentes: como el dios de los campos y los pastores, y como una divinidad oracular y profética. Como deidad rústica, era un espíritu del bosque, las llanuras y los campos, y cuando hacía fértil al ganado se le llamaba Inuo (en latín, Innuus).
Como dios profético, llamado por el nombre de Fatuo (en latín, Fatuus, de fatuari, «estar poseído de delirio profético»), se creía que revelaba el futuro al hombre parte en sueños y parte mediante voces de origen desconocido, que eran comunicados a quienes iban a dormir en sus recintos, tumbándose sobre el vellón de los corderos sacrificados. Lo que era Fauno a este respecto al sexo masculino, su hermana y esposa Faunna o era al sexo femenino, por lo que llevaban los epítetos Fatuus y Fatua o Fatuellus y Fatuella respectivamente, derivados de fari (hablar) y fatum (hado, destino). Fauno y su hermana Fauna serían los padres de los sátiros y de los faunos. Su primer hijo fue Esterculio, o Esterquilino (Sterquilinus), que descubrió la técnica de abonar los campos con estiércol, por lo que fue incluido entre los dioses.

En la cultura popular son vistos como seres de gran inteligencia, vigorosos y curiosos, y tienen apariciones en novelas como “Narnia”, en películas como “El laberinto del Fauno”, “Hércules” de Disney, entre muchas otras.
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