Por: Alan Martínez
¡En hora buena! Ha llegado el momento de que el mundo conozca nuestra nueva sección: Animales Fantásticos y no, no tiene nada que ver con Harry Potter, pero eso no quiere decir que no los llevará a lugares llenos de magia; sino todo lo contrario. Ya que las criaturas fantásticas o míticas han estado presentes en cada cultura existente del planeta y la magia fluye en cada ser viviente, pues esa misma es la que nos permite imaginar más allá de los propios sueños y estos seres siempre nos han fascinado de una manera tan exultante que nuestro mundo se podría considerar más común sin ellos. Desde el gran dragón que vuela y escupe fuego, capaz de reducir pueblos a cenizas, al hermoso unicornio que cabalga libre en los bosques encantados de Europa y a las bestias inimaginables que existen en los libros de fantasía, ¿o no?
El Dragón es un icono de la épica y de la fantasía universales, puesto que su imponente figura se encuentra en las culturas de nuestro planeta. Desde los chinos hasta los egipcios; desde los australianos hasta los europeos y también en América. Diversas enciclopedias y bestiarios medievales nos legan un concepto muy simple de lo que es un dragón, puesto que lo definen como “una serpiente de gran tamaño”. La palabra dragón viene del griego drakon a través del latín draco, que también se traduce al significado de “serpiente gigante”.
Su apariencia depende de la cultura que los capture en sus creencias, un ejemplo de esto son los dragones asiáticos, cuya imagen es la de una serpiente y generalmente sin alas. Por otro lado, los dragones europeos son completamente diferentes: su imagen es la de un dinosaurio con el cuerpo cubierto de escamas, dos o cuatro garras, gigantescas alas de murciélago que surgen de sus hombros o de su espalda, lengua bífida, cuernos en su cabeza, aguzados colmillos y aliento flamígero o venenoso.
Si bien es de saber que su función de acuerdo a la cultura es variada. Los dragones orientales son vistos como criaturas de infinita sabiduría, benevolentes y portadores de abundancia; aunque vuelan gracias a su magia y no escupen fuego. En Japón el dragón ha sido el emblema de la familia imperial por generaciones, pues simbolizan el poder supremo espiritual, el poder terrenal y celestial, así como salud y buena suerte.
En Europa, los mitos más acertados eran los nórdicos, pues los antiguos vikingos asociaban a estas criaturas como demonios venidos de la profundidad de la tierra y los usaban en sus barcos para ahuyentar a los espíritus de las costas a las que llegaban. También estas criaturas aparecen en poemas germanos como “Beowulf” y “El Cantar de los Nibelungos”. Para los celtas estos seres eran una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y usada por los magos, más aun; entre los conquistadores celtas de Britania fue un símbolo de soberanía, y durante la ocupación romana se convirtió en un símbolo heráldico y militar.
Podría abarcar toda la revista para explicar los orígenes de la creencia en dragones, que diversas investigaciones atribuyeron a los antiguos hallazgos de fósiles de dinosaurios, cocodrilos y otros animales, estos pudieron ser los que inspiraron a las viejas generaciones para crear a estas míticas y hermosas criaturas. Lo que sí es cierto es que hoy en día están tan arraigados a nuestra imaginación y fantasía que no podemos leer una historia de ficción sin que aparezca un dragón.
En “El Hobbit”, escrito por J.R.R Tolkien, Bilbo Bolsón debe sacar una joya por la que fue contratado de la guarida de Smaug, un poderoso dragón de enormes proporciones que custodia un tesoro y cuya avaricia lo lleva a su muerte. En “Harry Potter” J.K. Rowling nos muestra a estas bestias aladas como guardianes de bóvedas o tesoros y siendo feroces animales incapaces de razonar. En “El Reinado del fuego”, estos seres habían dormido por siglos hasta ser despertados y ocasionar un apocalipsis en la sociedad moderna. G. R. R. Martin los usa en sus novelas de “Canción de Hielo y Fuego” o en la serie “Juego de Tronos”, aparecen tres impones dragones.
No cabe duda, este tipo de bestias mitológicas siempre nos llamarán la atención e incluso nos provocarán para querer ver a una con vida, aunque solo podamos hacerlo en los libros, comics, cuentos, series y películas, nuestro corazón arderá en una llama imperecedera para que este mito continúe con vida por muchos siglos más.
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