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Cher Ami, la paloma que salvó 190 vidas

Conforme el tiempo ha pasado, la humanidad ha demostrado una gran capacidad para autodestruirse, basta con mirar a nuestra historia y observar los sangrientos episodios de la misma. El progreso llegó y con ello las guerras y éstas abarcaron ya no unas pocas naciones, sino al mundo entero. Los animales formaron parte de estas batallas y uno de los más emblemáticos fue Cher Armi la paloma de la Primera Guerra Mundial que ayudó a salvar al batallón perdido de la 77 división en la ofensiva de Meuse-Argonne en octubre de 1918.

Era la Primera Guerra Mundial y las bajas por el bando de los ingleses y aliados se hacían notar, el 3 de octubre de 1918, el Mayor Charles Whittlesey y más de quinientos hombres estaban atrapados en una pequeña depresión detrás de las líneas enemigas, la comida, así como la munición se habían agotado y empeorando la situación, recibían fuego aliado ya que éstos no conocían su posición. Los alemanes los tenían rodeados y en el primer día murieron muchos hombres, al segundo día todavía se mantenían vivos poco más de ciento noventa.


El Mayor envió mensajes por medio de palomas mensajeras. La primera con el mensaje: “Muchos heridos. No podemos evacuar”, fue derribada. La segunda llevaba el siguiente mensaje: “Los hombres están sufriendo, ¿pueden enviar apoyo?”, también fue derribada. La última y también la esperanza final era Cher Armi y su menaje fue: “Estamos junto a la carretera paralelo 267,4. Nuestra artillería está atacándonos. Por el amor de dios, deténgalo”.

Cuando Cher Armi volvía, los alemanes la vieron ascender desde la maleza y abrieron fuego. Las balas surcaban a su lado y una de éstas le dio, pero la paloma se las arregló para reiniciar el vuelo. Volvió a su palomar a unos 32 kilómetros y entregó el mensaje en tan solo 25 minutos, aun después de haber recibido un disparo en el pecho, ser cegada de un ojo, estar cubierta de sangre y tener una pata colgando solo del tendón, logrando salvar las ciento noventa vidas de los hombres atrapados en territorio enemigo. Se convirtió así en una heroína de la 77 división de infantería. Los médicos intentaron arduamente salvar su pata, pero no pudieron, le colocaron una pequeña pata de madera y cuando se recuperó lo suficiente como para viajar, fue embarcada rumbo a los Estados Unidos y el general John J. Pershing fue personalmente a despedirla al dejar Francia.



La paloma fue galardona con la medalla Cruz de Guerra con Hojas de Roble por el servicio heroico en la entrega de doce mensajes en Verdún y murió el 13 de junio de 1919 en New Jersy, debido a las heridas que sufrió en batalla, posteriormente entró al salón de la fama de palomas mensajeras. También recibió una medalla de oro de Oeganized Bodies of American Racing Pigeon Fanciers en reconocimiento a su extraordinario valor en la Primera Guerra Mundial. El cuerpo de la heroica paloma se encuentra en exhibición en el la exposición “El precio de la libertad” del Museo de Historia Estadounidense.


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