Sabemos, con el dolor del corazón y alma que nuestros amigos peludos, ya sean perros, gatos, aves o cualquier animalito con el que tengamos ese vínculo tan único, mágico y especial —(excepetuando las tortugas, que pueden vivir mucho, mucho tiempo)—, algún día deberán partir, para cruzar ese puente del arcoíris que hemos escuchado en tantas leyendas de distintas culturas a través del mundo. Aunque de vez en cuando existen animales que superan su propia esperanza de vida. Uno de ellos fue Bobi, el perro más viejo del mundo.
Tenía 31 años cuando falleció en su casa, en un pequeño poblado que está cerca de la costa de Portugal. El Record Guinnes le otorgó su premio y certificado como “El perro más viejo del mundo” desde febrero y entonces Bobi recibió cientos de visitas que solo querían verlo o tomarse una fotografía con él. Su dueño Leonel Costa tenía solo ocho años cuando el destino los unió.
“Por desgracia, en aquella época era considerado normal por las personas mayores que no podían tener más animales en casa enterrarlos en un agujero, para que no sobrevivieran” dijo con cierta tristeza a la página web de Guinnes.
Se salvó por muy poco de una muerte horrible y se quedó con Leonel, así que fue registrado en 1992 en el Servicio Médico Veterinario. Era un mastín del Alentejo de pura raza, cuya esperanza de vida oscila entre los 12 y los 14 años. Su dieta eran verduras y un poco de carne, aunque claro que Bobi prefería la comida de sus humanos. Tuvo una vida llena de amor y cariño, además de ejercicio y atención como se debía. Bobi era el último de una larga gama de Mastines, ya que su madre vivió hasta los 18 años y otro perro que tuvieron a los 22.
A pesar de que su vista se deterioró y su caminar se volvió más lento, le gustaba pasar el tiempo con los gatos del jardín trasero y dormir largas siestas. Bobi cruzó a las tierras Inmortales el 24 de Octubre del 2023.
La Dra. Karen Becker escribió en Facebook que “a pesar de haber sobrevivido más que todos los perros de la historia, sus 11.478 días en la tierra nunca serían suficientes para quienes lo amaban”.
Por Alan Martínez
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